Mendoza la provincia que expulsa a una buena parte de la población.

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 Un tercio, porque no tiene oportunidades al haber crecido en hogares marginados. Otro sector, de alta formación, busca salir por la falta de empleos de calidad. Mendoza se empobreció más que la Nación y se siente.

Mendoza no se olvida en el corazón, pero sí se abandona en el territorio. Lo sabe Marianela, que es médica y comenzó a arraigarse en Santa Cruz. También lo sabe Luis, que va camino a despedir a su tercera hija desde el aeropuerto El Plumerillo tras recibirse también de médica en la provincia. Más aún Andrés, que recibe un canto frecuente de su hija mayor que sondea provincias y países para vivir como gran anhelo. “Te parte en dos escuchar que no encuentran una oportunidad de vida acá, donde uno cree que tienen todo”, explica. La generación nacida entre las décadas del 60 y del 70 “conducen” la provincia y es la responsable de una tragedia provincial y nacional: haberle cortado la esperanza a los jóvenes de gestar mejor calidad de vida que ellos; es decir, los hijos de hoy vivirán peor que sus padres; o al menos eso creen. Esa desilusión gesta la idea del éxodo de Mendoza y el principal fracaso colectivo.

No es un fenómeno local, sino nacional. Pero Mendoza tiene particularidades: más espacios de formación, menos oportunidades de trabajo de calidad y cercanía geográfica con otras zonas de alta demanda de esos recursos humanos. En los últimos años la provincia creció menos que el país, agudizó problemas en el ámbito privado y aumentó la precarización en la calidad de vida por falta de empleo de calidad, acceso a la vivienda y otros indicadores de calidad de vida. El emergente más notorio se da con el sector de la salud, donde a pesar de tener tres escuelas de medicina de buena calidad, no hay médicos: emigran a otras provincias y países. El futuro será peor. Pero se da en todos los planos.

El debate incomoda pero está ausente. Los principales candidatos a gobernar la provincia han sufrido el tema en carne propia, pero lo comentan como ciudadanos y no como responsables. Vale decir que Alfredo Cornejo, Omar De Marchi y Omar Parisi son parte de la generación que ha gobernado la provincia en las últimas décadas. Por eso el diagnóstico deberían tenerlo y también podrían sonrojarse al haber sido parte del problema.

Sí, Mendoza buscaba diferenciarse y hasta hubo coqueteos semánticos con el “Mendoexit”, esa idea loca de hacer un país aparte. Pues la provincia está más cerca del “Mendoexpelled”: a menos un 30% de la población está excluida de la vida económica provincial, aunque viva acá. Y otro buen porcentaje tiene ganas de irse, aunque tenga medios de vida. Mendoza expulsa. Mendoza no alcanza para todos los mendocinos.

Hay 9 universidades y 81 institutos de educación superior. En total tienen 150 mil estudiantes, aproximadamente. Casi un 11% de las personas de más de 15 años tienen un título universitario o de posgrado. Ese es el grupo están los expulsados por “falta de motivación”, por poner un eufemismo. Pero la mitad de los mendocinos viven en condiciones de pobreza y de ese grupo hay muchos jóvenes que no tienen chances de llegar a una oportunidad mejor de formación y empleo; por lo que están marginados del sistema formal. De hecho Mendoza tiene un 40% de la población empleada en condiciones precarias y, volviendo a la formación, un 18% de la población mayor de 15 años no terminó la escuela primaria.

La Universidad Nacional de Cuyo realizó un diagnóstico profundo, una foto precisa de la realidad educativa, económica y social de la provincia. Así, por ejemplo, determinó que desde 2014 a la fecha, Mendoza se empobreció más que el resto del país. El PBG nacional creció un 21%, mientras que el producto bruto geográfico creció un 23%. Es decir, casi 20 puntos abajo, se empobreció un 50% más que el país. Peores sueldos, menos oportunidades, menos gasto, menos inversión.

El Censo determinó que las áreas urbanas del Gran Mendoza se están despoblando y envejeciendo. Luján y Maipú, por el contrario, crecen de manera abrupta. El territorio local es para algunos una especie de “provincia habitación”, porque también hay familias que se radican temporalmente, pero tienen sus fuentes de ingreso en otro lado.

MENDOZA CRECIÓ MUCHO MENOS QUE EL PAÍS.

Algunas de las actividades que impulsan la economía y las oportunidades están estancadas, como la actividad petrolera, las inversiones privadas industriales. Otras han crecido de manera desigual. En el turismo destinado al alto nivel hubo un fuerte crecimiento gracias a la inversión privada y el efecto multiplicador de la vitivinicultura. En cambio, el turismo que depende de la gestión estatal está en decadencia, como ocurre con los centros invernales estatizados, como Penitentes, y los servicios turísticos populares, como el Ecoparque, Potrerillos y demás.

En el debate público esta realidad está impregnada de diversas formas. Faltan médicos, profesionales calificados y Mendoza pierde “competitividad” interna para captar recursos humanos de alto valor agregado porque tiene peores condiciones de vida. Los dirigentes que deben dar respuestas y generar iniciativas eligen quedarse en su zona de confort; es decir la discusión endogámica por el poder, las peleas de baja monta y hasta los negocios grupales.

Por dar un ejemplo de ello. Entre las tres principales fuerzas políticas hay una pelea que subyace y que no ponen de relieve porque no conviene. Más allá de querer acceder al Gobierno, buscan ser los administradores de al menos 1300 millones de dólares que la provincia tendrá liberados, además de otros recursos. Rodolfo Suarez ya consumió su gestión sin ideas ejecutar recursos para promocionar el desarrollo de la provincia y quienes buscan sucederlo se frotan las manos; pero sin ideas claras.

 

Fuente mdz.

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