Productores vaticinan una «tormenta perfecta»: La Niña, el aumento de costos y la pérdida de rentabilidad

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Mendoza afrontará una nueva primavera-verano con sequía y altas temperaturas. Estas condiciones y la crisis económica nacional vaticinan una temporada complicada para los agricultores locales

«Según las previsiones meteorológicas los productores tendrán que esperar una temporada con sequía y altas temperaturas». Esa frase, que pertenece al experimentado ingeniero agrónomo Hernán Ojeda, se replica una y otra vez de cara a la primavera-verano 2023.

Esos efectos serán los producidos por la tercera primavera con La Niña, una serie de anomalías negativas de temperatura de la superficie del mar en el sector del Pacífico ecuatorial que provocará, como en los últimos años, que las temperaturas se ubiquen por encima de lo normal y las precipitaciones tiendan a ser escasas.

Diego Stortini, empresario y expresidente de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán, vaticinó que la conjunción de La Niña con la pérdida de producción marcada y la pérdida de rentabilidad formarán una «tormenta perfecta» esta temporada.

Para compensar parcialmente al menos los efectos del clima, Hernán Ojeda, que es mendocino pero está radicado en Pech Roug, Francia, advirtió que los productores «deberán prestar una atención particular al manejo racional del riego».

 

La vid, el cultivo más sensible en Mendoza

«Cuando las condiciones agroclimáticas cambian abruptamente, todos los cultivos se ven afectados. Lógicamente debido a la importancia de la vid en Mendoza, éste es el cultivo más sensible», describió Ojeda, ingeniero en investigación, especialista en vitivinicultura, ecofisiología y calidad de la uva del INRAE, en Francia.

«Las olas de calor excesivas en verano que puedan afectar negativamente la maduración de la uva. Las altas temperaturas y las condiciones de sequía extremas disminuyen el potencial aromático de las uvas y aumentan el contenido de azúcares y el ulterior grado alcohólico del vino», explicó respecto de las consecuencias que trae aparejada La Niña en la vitivinicultura.

«Las lluvias intensas en fechas cercanas a cosecha tampoco son bienvenidas principalmente porque degradan el microclima del racimo y la calidad de la uva por la incidencia de enfermedades fúngicas», agregó.

 

Los efectos de La Niña y la esperanza para el año que viene

Diego Araneo, licenciado en Ciencias de la Atmósfera del Ianiglia – Conicet de Mendoza, explicó que este fenómeno consiste en una «serie de anomalías negativas de temperatura de la superficie del mar en el sector del Pacífico ecuatorial que provocará, como en los últimos años, que las temperaturas se ubiquen por encima de lo normal y las precipitaciones tiendan a ser escasas».

«Cuando las temperaturas medias trimestrales del océano en esa zona se encuentran más de medio grado por debajo de lo normal y esta condición perdura por al menos 5 trimestres solapados de un me), se dice que estamos en presencia de un evento frío La Niña», indicó.

La contracara -dice- sería un evento cálido El Niño, en el cual las anomalías son positivas en lugar de negativas.

La actual Niña comenzó en el segundo semestre de 2020, señaló Araneo. El eventó arrancó «con una breve disminución de intensidad durante el invierno del año pasado, y se prevé continúe hasta marzo del año próximo».

La esperanza está puesta en el otoño próximo, para cuando se espera que las temperaturas del Pacífico ecuatorial regresen a condiciones normales, según explicó el licenciado conforme adelantan los modelos de predicción.

Si bien cada año de La Niña tiene sus propias características, «los modelos no adelantan grandes cambios sobre la región de Mendoza con respecto a lo sucedido durante el verano pasado».

«Las temperaturas se ubicarían por encima de lo normal, sobre todo en la porción central del país, mientras que las precipitaciones tenderán a ser escasas en la zona del NEA agravando las sequías en la cuenca del Paraná», agregó el experto respecto de las condiciones en Argentina.

En este contexto, el Departamento General de Irrigación de Mendoza, informó que en 2022 se registró la crisis hídrica más acentuada de los últimos 30 años. «En el actual contexto de cambio climático, la gran mayoría de los modelos coinciden en señalar que esta situación se agravaría en las próximas décadas», alertó Araneo.

 

La «tormenta perfecta» para la que se preparan los productores mendocinos

Stortini es empresario y productor vitivinícola, propietario de la bodega boutique Finca del Nunca Jamás en Valle de Uco. Fue hasta mediados de este año, cuando fue reemplazado por Pablo Ambrosini, el presidente de la Cámara de Comercio, Industria, Agricultura y Turismo de Tunuyán.

Desde su experiencia, señaló que «el sistema productivo ya tiene una reacción para prepararse para un octubre, noviembre y diciembre con inestabilidad».

«La Niña trae aparejadas heladas tempranas y tardías y cambios abruptos en dos meses», justo cuando se producen los momentos críticos de la vid como son la brotación, la floración y el crecimiento.

Entonces -dijo- «este tipo de fenómenos producen pérdidas enormes», más aún en Mendoza, donde hay que combinar los efectos con los que produce el viento Zonda.

Para Stortini, «La Niña, la pérdida de producción marcada y la pérdida de rentabilidad generan una tormenta perfecta» que lo hacen vaticinar que «la temporada será muy mala».

Como decía el empresario, dado que se trata del tercer año consecutivo con La Niña, en Mendoza los productores ya están preparados para afrontarla. Pero más allá de este fenómeno, que no se puede controlar, Stortini hace foco en las otras variables.

«El problema de la precariedad que hay presente en el sistema productivo ha derivado en una falta de rentabilidad para el productor en los últimos años», repasó. A las condiciones climáticas, se sumaron «la inflación, el aumento de gasoil, de los productos fertilizantes y la corrección de precios» lo que conformaron lo que llamó un «combo fatal».

Así, «las posibles pérdidas por La Niña, la dificultad para conseguir insumos, el aumento en los costos y la baja en la productividad, podrían generar una tensión que derivará en problemas en la formación de precios a la hora de la cosecha», cree Stortini.

Y si «La Niña no se puede controlar y el mercado difícilmente se controlará; entonces, creo que hay que pensar ya -en octubre y no en enero- en cómo se comportarán los mercados».

Lo que advierte es esa necesidad de que, desde todos los sectores, fundamentalmente el gubernamental, se trabaje en fortalecer los vínculos con aquellos países receptores de las exportaciones mendocinas, principalmente Brasil y Estados Unidos.

«La agricultura sigue aportando el 35% de los empleos de la Provincia», recuerda y reclama ante un Gobierno que él entiende que está más enfocado en fortalecer el sector petrolero y minero.

«Tenemos que lograr que las industrias tengan una demanda constante y que no se nos quede la producción en despacho», dijo respecto de su temor para el arranque del año próximo. «Si el mercado interno cae, como se especula por la entrada en recesión, ¿qué hacemos con la oferta?», se preguntó.

«Ya se debería estar trabajando en buscar mercados constantes afuera, en Latinoamérica, Estados Unidos, Brasil y Europa para depositar ese despacho, para drenar la producción y que no se genere en enero una puja de precios», advirtió de cara a la próxima y difícil temporada.

 

Fuente: diariouno.com.ar

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