Estadounidense asegura que no hay una ciudad en el mundo con mejor calidad de vida que San Rafael

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Diario La Nación publicó una extensa nota con Vincent Taylor, un estadounidense que llegó al país en el año 2000 y se enamoró de San Rafael, asegurando que es la ciudad con mejor calidad de vida en el mundo.
Vincent, que actualmente tiene 51 años llegó a esta parte del continente a fines de 1999 para practicar kayak en Chile, donde conoció una sanrafaelina que terminó siendo la madre de su hijo y su puerta de entrada a nuestro departamento.

“Llegué a San Rafael en plena cosecha y quedé maravillado: era un pueblo del pasado, un oasis en el sur mendocino, camiones de los años 60 haciendo fila en las bodegas, aroma a uva fermentada al sol, gente en bicicletas, vecinos cenando en las veredas, acequias con agua tan cristalina que se podía beber… ¡Todo esto en Estados Unidos no existía…! Me parecía increíble y sentía que nadie se daba cuenta de ese mundo de fantasía en el que vivían, rodeados de montañas, cañones, ríos y la Cordillera de los Andes con sus glaciares a la vista… Me enamoré perdidamente y, a partir de allí, si bien continué trabajando en mi país, empecé a venir todos los años”, contó.
Así, en 2005 decidió mudarse definitivamente. Tras la devaluación y sus contactos en Estados Unidos pudo comprar una casa, una finca y una camioneta.
Si bien la idea era vivir medio año en cada país, cuando nació su hijo la situación cambio y decidió radicarse definitivamente en el país.

“Con mi mujer decidimos separarnos. Entonces resolví que iba a quedarme definitivamente aquí para mantenerme cerca de Rocco. Volqué todos mis esfuerzos en mejorar aquella vieja finca y me convertí en agricultor: planté viñedos y otros frutales. La actividad no era extraña para mí, ya que nací en el campo, en Carolina del Norte, solo que allá el suelo es como el de la Pampa húmeda: todo soja, maíz, ganadería… ¡Pero no sabía nada de viñedos!”, cuenta.

Si bien su actividad principal es el agro, también hace otros trabajos. “En años malos, no del todo redituables, saco mis herramientas y trabajo en construcción: soy metalúrgico, coloco durlock, hago trabajo de carpintería, lo que sea… Hay mucho trabajo acá y se paga bien. Solo hay que trabajar” dice y plantea que “hoy, lamentablemente, el agro no tiene futuro, por eso empecé con una urbanización en la finca. El lugar ofrece lotes intercalados con viñedos y, gracias a Dios, va bien. Creo que la pandemia y la inseguridad de Buenos Aires hicieron que a mucha gente le cayera la ficha y decidiera vivir diferente, mejor”.

“Me enamoré de San Rafael y jamás me iría de aquí, con todo lo que implica. Entiendo que muchos eligen partir y es triste, pero un país no sale adelante cuando la mitad no trabaja. Mi hijo argentino tiene pasaporte americano y no quisiera que se vaya, sueño con nietos argentinos, compartir en familia los asados de los domingos, algo que en mi país de origen no existe. Es cierto, tenemos muchos problemas, pero los hay en todo el mundo. Finalmente, cuando dejo a mi hijo en la escuela cada mañana no dudo en que a la tarde vuelvo a verlo. Y la Argentina me da el tiempo y la tranquilidad para enseñarle a ser un hombre que contribuya a este planeta”, concluye.

Fuente: diario la nación

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